Bueno niños, abran sus libros de física porque ya llegó el profesor puma y hoy vamos a hablar acerca del sonido. Desde un punto de vista un tris escatológico, advierto de una vez. Pero no dudo que para algunos sonará divertido así que la clase no va a estar tan aburrida. El tema de hoy es lo que yo llamo la paradoja de la doble resonancia.
Dícese que todo aquello que sube tiene que bajar y, en muchos contextos, que todo aquello que entra tiene que salir. Si lo aplicamos a la comida tenemos entonces que hablar de un proceso de producción en donde se toma una materia prima y se le aplica un determinado proceso para convertirla en otra cosa. Y aunque esa otra cosa suelen ser nutrientes, la imagen más obvia que viene a la mente del lector es otra... en eso se parece a los procesos de producción de alguna gente que conozco, porque el resultado final no nos inspira otro calificativo: mierda.
Sí señores, en esta clase vamos a hablar mierda. Pero entonces se preguntarán por qué en la introducción mencioné el tema del sonido. Pues a buen entendedor, pocas palabras. A veces queda difícil entender cuáles son los motivos que mueven la inventiva de algunas personas para hacer lo que hacen... aquí va uno de esos casos. O mejor, dos. Todo comenzó cuando a algún inventor se le ocurrió crear lo que hoy día conocemos como inodoro. Quizá este individuo no tuvo la culpa directamente, al menos no tanto como aquel (si no fue el mismo) que decidió que la fría porcelana era un material perfecto para la fabricación de tan agobiado aparato. La inventiva de este segundo genio alborotó la de un tercero que optó por sobreponer el famoso "bizcocho" en diversas presentaciones, acolchonadas unas, con calefacción otras, en fin, para todos los gustos. De aquí se derivan las raras costumbres de ciertos usuarios que se sienten bastante cómodos allí, a tal punto que son capaces de leerse de un solo empujón toda la edición del diario matutino.
El problema al que quiero aludir aparece en un estrecho espacio que hay entre la intervención del tercer genio y la aparición del cuarto... del cuarto de los gestos, como le llama mi amigo el ogro al baño. Ese estrecho espacio se ubica en medio del bizcocho y la porcelana, o en aquella porción del área ovoide no cubierta por las tímidas posaderas de aquellos usuarios que no se sienten (¿sientan?) tan a gusto allí. El problema concreto es que así como ocurre con la caja de resonancia en las guitarras, este espacio permite que escape el sonido amplificado de todo lo que en la entrada del hoyo ocurra. Ahora entra en juego la paradoja de la doble resonancia: a algún carajo se le ocurrió que el baño debería tener todas sus paredes lisas y enchapadas por relucientes azulejos, con lo cual el efecto de eco se magnifica en vez de atenuarse. El resultado es bien conocido hasta por quienes en este momento no lo quieran admitir... hasta el más recatado culito queda convertido ipsofacto en un sucio exhibicionista con dotes para llenar sin más micrófonos la acústica de un estadio. Y allí es donde viene la paradoja, porque se supone que este ha de ser un lugar privado...
Muy seguramente cada quien recuerda ahora al menos algún caso que puede dar fe de lo dicho aquí. Y desde luego la situación se vuelve más incómoda cuando esas ganas de "cantar" te agarran fuera de base, es decir, fuera de casa... o cuando la vivienda es compartida con más gente. Qué pena con esa gente, carajo...
Peor aún cuando el "cuarto de los gestos" o como yo lo llamaría "el miercolerum" queda justo en frente de un patio interior y la resonancia es mayor.
ResponderEliminarEso no es peor, peor es cuando vives en edificios multifamiliares, ke por estupideces de los ingenieros, hacen algunos tan pegados ke tú, estando en tu sala o en el comedor de repente escuchas aquel concierto, ke me dices de eso eh, eh, eh!!
ResponderEliminarjajajaja recuerdo una vez que acompañe a una amiga a una tienda y la nena como que se sintio mal del estomago despues de comer un psilocebeat jejeje y le pidío prestado el baño a la dueña de la tienda... comenzo la sinfonia.... lo mas extraño es que despues de unos segundos de que comenzara la sinfonia armoniosa producida por los gases saliendo por el recto en una dilatacion intempestiva comenzó a sonar su celular (jajajjaja) yo no sabia quien estaba mas a vergonzado si ella por tal concierto o yo, ya que la dueña del lugar me miraba como diciendome: ¿y a mi quien me va a pagar los daños? jajajjja
ResponderEliminarbueno queria compartir eso para reirme recordandolo jajajjajaj
Bienvenido, Belorofonte, y gracias por el valiente testimonio... :D
ResponderEliminar¡Tremendo aporte para la ciencia escatológica, don mono!
ResponderEliminarSe agradece el comentario, Don Gonzo. Bienvenido cuantas veces quiera. :D
ResponderEliminarJa! Buenísimo! Me acordó de "un peo es el suspiro de un cu10 enamorado" jeje @eddisonmoreno
ResponderEliminarMonito me gustó mucho tu publicación, ¡reí por montones!.
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