En este prólogo alterno voy a ser un tanto facilista y a recurrir, como los canales televisivos criollos, a auto-reciclarme. No diría que por pereza, simplemente se trata de armar bien los cimientos de lo que sigue. Por lo dicho es posible que algunos en efecto ya hayan leído algunas de las siguientes lineas en otro espacio desde el cual cultivé la posibilidad de meterme por estos lados. Mis disculpas por el re-make.
Admitir debo el hecho de que veinte años atrás ya la profana palabra se apoderaba de mí a través de diminutas hojas de papel cuadriculado. Hoy en día los nuevos medios nos abren espacios como éste y, en consecuencia, el húmedo encierro de los cajones de un armario ya no amenaza con dar un tono amarillento a lo expresado. Ahora la palabra no es tangible, aunque en retribución tiene un público potencial mucho mayor. El ser material recoge sus pasos en círculo mientras su obra inmaterial evoluciona cambiando de soporte. Pero... ¿por qué doy vueltas sobre esto?
Bien... en el mismo detestable mes en el que varias ideas y proyectos se pudieron ir al carajo (por no decir otra cosa) por la perversa intervención de alguna "mano oscura", tuve la oportunidad de reunirme con buena parte de mi antiguo "parche", incluyendo de todo... algunas amistades que siempre lo han sido, algunas otras que no brillaban mucho pero inesperadamente salieron a flote y, desde luego, también algunas que a pesar de tanto brillo... en fin. En todo caso la fecha fue de alguna manera memorable, y uno de los detalles que más me llamó la atención fue lo que esa noche hablando con la almohada señalé como "un cambio en la dirección del viento".
En lo que espero no haya sido lo que se conoce como una inocentada, de repente mis viejos cómplices de primiparadas se han interesado por lo que en aquellos años dorados fuera mi válvula de escape de dominio público... la escritura. La dirección de esta nueva brisa señala que son nuevos tiempos, que el viento ya no va hacia el noroeste sino en sentido contrario... que debería aprovechar este respiro para recuperar esos recuerdos amarillentos y darles vida con un nuevo aire. De esto hace ya cuatro semanas y aun estoy aquí rascándome la cabeza mientras intento organizar mis ideas... tanto número ha dejado huella y ha dañado la letra.
Le pregunto al centinela del viento qué hacer, me le quedo mirando a la espera de una respuesta y lo único que me dice es... "N O S E".
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