sábado, 11 de septiembre de 2010
Pinina
lunes, 21 de junio de 2010
Lutocracia
domingo, 16 de mayo de 2010
Poopville (Urbanosis 4)
Iba mi amigo el puma una mañana de camino hacia la casa de su cuñada, cuando de pronto se sintió como Tarzán el día en que descubrió la desobediencia del hermano conejo. Poco faltó para que sus pasos se hicieran un tanto pegajosos y olorosos al encontrarse con la tremenda descarga que pueden apreciar en la fotografía. Pero esta preciosa muestra, por sus características y en particular por su colosal tamaño, no daba para ser una incursión urbana del hermano conejo. No, tampoco era del señor que va varios metros adelante. Todo parecía indicar que se trataba de un obsequio a la ciudad dejado allí por el inseparable compañero del llanero solitario, o por lo menos, de una de sus versiones criollas: uno de aquellos policías montados, también conocidos localmente como carabineros (aunque seguramente ninguno de éstos lleva carabina). Lo que sí llevaba este semoviente (el de abajo, no el de arriba) era un antojo incontenible por decirle al mundo lo que se merecía, y qué mejor que a través de este pintoresco reguero. La veraniega atmósfera mañanera se percibía notoriamente viciada por la gaseosa estela que de tan magnífica obra de arte emanaba dándonos una leve probadita de lo bien que andaba la digestión de aquel animal (ya dije, del de abajo).
En esta bella postal el toque de ironía lo da el avisito del pequeño parque. Sugiere la sana costumbre expresa en la señal, que a este espécimen (al de arriba) le tocará en lo sucesivo incluir en su kit un costal y una pala (o por lo menos, una bolsa de supermercado y una cucharita, lo que más le guste) para hacerse cargo de las desdichas que su fiel compañero de jornada obsequia generosamente a la urbe a través de sus esfínteres. Claro que es posible que el de arriba no considere que el de abajo cumpla el rol de mascota, y ahí sí jodidos porque todo lo dicho hasta ahora no pasaría de ser tan sólo un chiste.
Lo que no es un chiste es la actitud en la que viven otros ciertos animales, que sin ningún pudor van agarrando cuanto rincón, poste, parque, cerca o antejardín se encuentran a su paso para convertirlos en espontáneos baños públicos. La mala educación de este miserable pueblucho comienza por casa, cuando la irresponsable mala madre prefiere ahorrarse una moneda y en vez de buscar un baño real, no tiene reparo en bajarle los calzones a su asquerosa cría para ponerla a mear o a cagar en donde le de la regalada gana. Y con esos vicios crecen los mal nacidos que con el tiempo tampoco tienen ningún inconveniente en ir "haciendo pipí" en cualquier esquina ante la atónita e impotente mirada de los conciudadanos que nada podemos hacer por el temor a cualquier respuesta animal fuera de tono por parte del cochino infractor.
De la poca cultura ciudadana que se había ganado unos años atrás, nada queda. En este momento, por lo menos, más de media docena de infelices desadaptados echan a perder la que pudo haber sido una fecunda noche de ejercicio intelectual para mí, y una noche de plácido sueño para los demás habitantes de una de las pocas casas en esta cuadra en las que aún vive gente decente. Hemos sido atropellados en nuestro derecho al descanso por unos mal nacidos viciosos que desde hace más de cuatro horas han hecho estremecer nuestras ventanas y paredes con la pseudo-música más asquerosa, los gritos, las palabrotas, el escándalo, el desaseo en los antejardines y el consumo de alcohol y de drogas. Y la autoridad (que por su lenta reacción parece que vino en burro mocho, ni siquiera en caballo) no existe para poner freno a la porquería... en esta jungla cada indecente va haciendo lo que de la la cochina gana, pero eso sí, ay de aquel que se atreva a intentar buscar una solución por su cuenta. Sí, tendré que decirlo... en este momento añoro que venga un grupito de aquellos que hacen la "limpieza"... porque mientras no podamos retomar un régimen en el que la educación y la decencia prevengan la ocurrencia de estos desmanes, la única forma de aplacar a tanta mal nacida plaga tendrá que ser la fuerza.
Señores de los falsos positivos, hagan un último favor a la patria... aquí les tengo una colección de vagos para que engorden sus resultados. Hagan con esos hijos de mala madre lo que les de la gana, antes de que se sigan tirando el barrio y el vecino de en frente tenga que conseguir un arma para agradecerles por todas las cochinadas que le dejaron en el antejardín. He dicho.
sábado, 10 de abril de 2010
Trashville (Urbanosis 3)
El resultado: porcicultura urbana, o en otras palabras, comprobar qué tanto se puede empeorar esta pocilga, esta porqueriza de ciudad, en la que al parecer a la mayoría de los habitantes les gusta revolcarse en su suciedad. La primera foto habla por mí, describiendo una de las manchitas rojas que ya mencioné. Como esa había cualquier cantidad, ubicadas en el andén, en plena calle, sobre las zonas verdes, enredadas en las rejas, en cualquier parte, menos en donde deberían estar: el lugar correcto para la basura, que es el ilustrado en la segunda foto. Y lo más triste es que lugares como esos, llamados canecas, de los cuales parece que sólo unos cuantos iluminados tenemos conocimiento, había en abundancia sobre aquella vía: una cada 50 pasos, aproximadamente. Así es que no se entiende por qué al porcino urbano promedio le cuesta tanto trabajo esperar a encontrarse con la siguiente caneca para hacer lo correcto.
sábado, 27 de marzo de 2010
Duerme... (Urbanosis 2)
Érase una vez una de aquellas propietarias que un mal día cedió al cansancio y ante la necesidad del dinero soltó su "local casero" en malas manos. A la línea de negocio que allí surgió se le conoce como "cigarrería", lo que inmediatamente conecta con "licorería". Y ahí comenzó el caos. Ni más se supo de silencio en las noches. Ni más se supo de aseo en la cuadra. La "música" de mal gusto, los ebrios vociferantes, las peleas de madrugada, las palabrotas, las botellas rotas en calles, antejardines y andenes, los malos olores asociados a las necesidades (no previstas, pero previsibles) de los borrachos, satisfechas callejeramente... una explosiva mezcla acabó con la tranquilidad y el sueño de la gente decente que quedaba alrededor. Porque lógicamente, si el antro tenía clientela era porque ya el barrio no era tan tranquilo, tan decente y silencioso... un poquito más "muy muy" y menos "tan tan", por desgracia.
Hasta que un día, hace poco más de dos semanas, algo cambió o alguien se cansó de no actuar. Y entonces, surgió la palabra de la fotografía, y la gente de bien tuvo un pequeño respiro. Razones para lo ocurrido, se me ocurren varias. Algunos pensaron que se trató de alguna infracción a la ley seca que se impuso (como siempre) dos noches antes de las más recientes elecciones. Pero eso no fue, me consta porque el sello ya estaba cuando el horario de la norma comenzó. Quizá le soltaron trago a algún alcohólico en la mañana, antes de la hora permitida. Tal vez el vecino de la casa que queda en frente, aburrido de las peleas en su puerta, tomó cartas en el asunto. O quién sabe, de pronto alguien se apegó a las normas y decidió acabar con la farsa del aviso que decía "Restaurante" para camuflar la "chichería". O la última opción, quizá se denunció la ampliación "hechiza" del local que, haciendo uso incorrecto del área de antejardín de otro predio, daba cabida a más borrachos, más ruido y más problemas.
Lo que haya sido, logró que al menos por estas dos semanas mi amigo el puma entendiera el encanto subyacente de esas palabras que no se ven todos los días. Qué ocurrirá de aquí en adelante, aún no lo sabe. Pero está un poquito preocupado desde anoche, cuando vio que el sello ya había sido retirado. Por si acaso, ya está pensando en alertar a las autoridades sobre ciertos excesos de las tiendas de víveres que tienden a convertirse en la competencia del antro de perdición de la fotografía. Amanecerá y veremos si pudo dormir.
sábado, 13 de marzo de 2010
¿Uterocracia?
En el que fue nuestro colegio hace ya bastantes años, mi amigo el puma y yo veíamos con frecuencia que los curitas rendían devoción a un personaje que era todo un icono de su comunidad, beatificado por aquellos días y actualmente considerado santo: Ezequiel Moreno y Díaz. "Sacerdito" desde los 16, sacerdote a los 23, por andar de misionero vino a hacer carrera de obispo en este moridero hasta los 58, cuando su Diosito se acordó de él. Eso fue hace ya más de 100 años, en una época ruidosa en la que aún se hablaba de guerras civiles, como la guerra de los mil días que dejó como consecuencia la pérdida de Panamá. Sí, claro, yo detesto el enorme baúl de datos que llaman historia, pero estos los necesito para delinear el contexto histórico de mi primer personaje, don Ezequiel... digo, San Ezequiel. Esto va para largo...
Todo ese tropel de guerras era generado por ese delicioso invento humano que llaman política. Dos partidos tradicionales vivían buscando la disculpa para darse en la jeta sin importar a cuántos hubiera que llevarse por delante. Muy evolucionados estos señores, resulta que según cuentan las malas lenguas (ya que las buenas al parecer jamás se destacan por contar algo) el curita Ezequiel no fue la excepción, y como lo dictaba la tradición, sus inclinaciones eran azules, pues al parecer la sotana le combinaba con las banderas del partido que en plena época de guerra llevaba las riendas: el conservador. Tales inclinaciones no eran desconocidas para los borregos-feligreses ya que el señor este hacía política desde el púlpito, de manera que esta "almita de Diosocomosellame" se convirtió en un personaje de horror para los liberales. Como ya dije, un siglo ha pasado desde entonces... pero algunas mañas no se pierden, y aunque sea por encima o por debajo de la mesa, ese tufillo de coquetería entre cierta corriente política y cierta iglesia milenaria sigue por ahí. Lo malo es que a esa encantadora corriente política le encantaba andar acabando a punta de violencia a los opositores, para la muestra está el caso de un tal Laureano Gómez quien por la época de la guerra que mencioné era universitario, y con algo de tiempo llegó a ser Presidente. No voy a seguir con la clase de historia, me basta sólo con saber que a estos individuos les iba muy bien armar masacre.
De la entraña de esta facción política salen hoy en día ciertos brotes que me desconciertan. Será porque los tiempos han cambiado, aunque las alianzas no. La mentalidad de los negociantes de la fe ya no se orienta a acabar con un público potencial a punta de machete y bala por cuestiones de color político. Es más interesante hacer que ese público aumente descontroladamente, a fin de aumentar también la probabilidad de que salgan nuevos simpatizantes de la causa, nuevos borregos a los cuales seducir desde el púlpito para que vayan a engordar las urnas en elecciones y los bolsillos de sus amigos políticos después de éstas. Es más interesante una alianza estratégica en la que yo te promuevo y tú me promueves. Yo desde el púlpito digo ciertas estupideces y tú desde la tarima de tu campaña las repites, y ya veremos cómo los dos salimos ganando. Qué asco. El mismo asco que me produjo el ver estas perlas en la publicidad de ciertas candidaturas...
Ahora resulta que la intención de voto no debe ser determinada por las ideas sino por las creencias. O por la relación entre aquellas y los hábitos sexuales, según parece. La primera me produjo "piedra", la segunda, un rotundo asco. No entiendo qué putas tiene esa asquerosa barriga de estético o de político (¡vamos, es publicidad política, no un anuncio de un centro de no-planificación familiar!). Pero en el fondo, las dos están diciendo la misma huevonada: sigan tirando mamitas que todavía no tenemos suficientes borregos. A esta gentuza le parece que aún somos pocos. A la salida de los templos llenos de tontos se ve a otros más tontos con su colección de niños muertos de hambre pidiendo para un pan. Pero el infeliz que adentro y desde el púlpito les incita a seguir trayendo más y no a prevenir que esto ocurra, no adquiere ninguna responsabilidad sobre las consecuencias de sus palabras. Tampoco lo harán este par de lumbreras que vociferan lo mismo en la plaza pública y en avisitos pecuecos como los que aquí se muestran. Ni ellas ni los de sotana se van a ir a cada semáforo a adoptar a todos aquellos que viven en la miseria vendiendo chicles. Por el contrario, estos hipócritas muy probablemente ordenarán a su chofer que la emprenda a madrazos cuando uno de esos infantes le esté embarrando ("limpiando") los vidrios del carro.
Lo que tengo claro es que usualmente uno debería hacer campaña prometiendo (esa es la palabra clave de siempre, puras promesas) implantar o mejorar algo, o bien derogar algo, según ocurra que ese algo favorecería o está perjudicando a muchos o a todos los electores. Ejemplos hay todos los que se quiera: mejoras en la educación, en la salud, en los servicios públicos... eliminar o reducir impuestos... lo de siempre, lo de los mismos con las mismas. Pero el caballito de batalla de este par de patéticos casos no tiene ese rasgo. Que yo sepa, actualmente nadie va por ahí obligando a la gente a que aborte o a que tenga ciertas prácticas responsables en torno a ese temita de andar sobrepoblando, aunque se debería. Esas cosas aún están en el terreno de las sabias decisiones que todos deberíamos ser capaces de tomar, pero a las que la estupidez general no deja tiempo. Entonces, no veo en dónde está la promesa que va a atraer a las moscas a las urnas. A la vista del electorado sin cerebro, un lema como estos es "la miel que atrae a las moscas más que el vinagre". El problema es que la mierda las atrae aún más, y para mí, estos lemas no son más que eso: shit. Literalmente, este par de eminencias deberían irse para la China, a ver si encuentran nicho en medio de los pocos estúpidos que quieren salirse del modelo que los obliga (a Mao gracias) a controlar la población. Aquí, mis señoras, están absurdamente fuera de lugar.
Estas son nuestras almas puras... que rueguen por nosotros, que nosotros rogaremos por ellas... para que no lleguen a donde pretenden llegar. Mañana es día de elecciones... yo espero que usted, apreciado lector, pueda votar con la cabeza y no con las gónadas. He dicho.
miércoles, 17 de febrero de 2010
¿Qué? (3)
sábado, 6 de febrero de 2010
¿Qué? (Prólogo extemporáneo)
Este es un prólogo que le quedé debiendo a uno de los variados hilos con los que se teje la neurosis en este espacio: la buena escritura. Ha surgido luego de uno de los tantos trasnochos que tuve la semana pasada, cuando volví a encontrar en medio de una maraña de datos, perlas invaluables que demuestran qué tan ilustrados son aquellos y aquellas infelices que nos restregan todo el tiempo su status de brillantes jóvenes profesionales (me muerdo los dedos para no escribir a qué se dedican esos idiotas, por no herir susceptibilidades). Lindos gazapos como "hacerca", "rebicion", y muchos otros que he encontrado y seguiré encontrando, ya que la suficiencia con la que pretenden expresarse estos supuestos eruditos no les deja espacio en el ego ni en el escritorio para una saludable consulta al diccionario.
Lo anterior, sin contar con el creciente daño que se le hace al pobre idioma heredado de los españoles, a través de los canales de comunicación obsequiados por el avance tecnológico (que al parecer se traduce en retroceso neurológico para muchos): mensajes instantáneos de texto, aplicaciones de chat, redes sociales de todo tipo, etc. La ralea del común se ha metido en la reducida cabeza la idea de que estos canales están ligados al inmediatismo, al permanente afán... pero aun no entiendo al afán de qué, ya que generalmente quienes peor los usan destacan en mi percepción por ser una caterva de desocupados. Y al margen de lo inoficiosos que puedan ser, mis experimentos privados me llevan a concluir que me demoro más buscando la forma de echar a perder la ortografía de una frase que si la escribo como la gente decente. Es decir, la moraleja en tal caso sería, que si me voy a demorar lo mismo escribiendo algo bien o escribiéndolo mal, prefiero lo primero. Pero por desgrasia, la tendensia ba en direxion kontraria, mk. EsO dE aNdAr EzKrIvIeNdO vIeN hA tOdA oRa Ez PaRa "ÑoÑoS", gÜoN...
Me indignó leer en un periódico hace tiempo esa última afirmación sobre los ñoños, proferida por un mocoso que supuestamente se ganó un concurso de ortografía. Deduzco entonces que para ese pelmazo, la ortografía es la obligación de escribir como se debe bajo amenaza de ser vulnerado por el orto. Leer la forma tan miserable en que esta gente se expresa, solamente me produce ganas de pasarlos al paredón, y "ratatatatatataa..." (pero muchos de esos iletrados no entenderán qué es una onomatopeya). Ahí les dejo con este dibujito publicitario que debe tener más de cuarenta años, época en la que la gente decente se preocupaba por expresarse sin afanes postizos, demostrando no sólo que sí había pisado un colegio, sino que además no había ido sólo a calentar el pupitre mientras le firmaban un cartón. Se me cuidan...
sábado, 9 de enero de 2010
Arde el cerro
He dicho, y seguiré diciendo.
PD/ Agradecimientos a Camilín por las fotos...