jueves, 3 de noviembre de 2011

Réquiem en concreto (Urbanosis 5)

Hace apenas tres días en todo el país se realizó una nueva jornada de farsa electoral, esta vez dedicada a la elección de autoridades locales: gobernadores, alcaldes, concejales, ediles, un largo etcétera de curules destinadas a darles de comer a los más convincentes aun cuando esos no fueran necesariamente los más competentes ni los más honestos. En el caso particular de Porcinópolis, una gran expectativa rodeaba por lo menos la escogencia del futuro alcalde, dado el estado de descomposición alcanzado por la ciudad gracias a la pésima gestión del último idiota que pasó por ese puesto: el famoso Bobolitro, alias Samuel Moreno.


La primera fotobomba que adorna esta nota fue tomada hace casi dos años: Diciembre 12 de 2009. En ella se resume lo que representó para Porcinópolis el paso de aquel nefasto personaje por la alcaldía. Una vía como pocas, orgullo de la ciudad, que la comunicaba con el pedazo de aeropuerto y que fue realizada en los tiempos de su abuelo, la cual cumplió su función con decoro a lo largo de cinco décadas, mostrando el resultado de la vieja costumbre de hacer las cosas bien, pensando en que duraran. Hasta que sucumbió bajo la aplastante ambición de los vendedores del falso progreso.


La segunda fotobomba fue tomada hace apenas un mes, pero podría haber sido hace seis, o quizás un año, o tal vez cinco, o hasta diez. Corresponde a un reflejo de la maravillosa gestión en la alcaldía de otro baboso hace más de una década, uno igual de talentoso para malgastar el presupuesto de la ciudad en obras suntuosas o mal ejecutadas: el señor Enrique Peñalosa. Pero hay que recalcar que esta vía no tiene 50 años como la de la otra foto, se inauguró hace apenas once añitos y pueden ver lo buena que está. Seamos serios: la Avenida El Dorado fue bien hecha, y si no fuera porque el bobo de Samuelito la mandó a destruir (para darle continuidad a las estupideces de Enriquito y tajada a los honestos contratistas que desde los tiempos del borracho Lucho Garzón supieron aprovechar la hegemonía del Polo Demagógico), seguramente aún tendríamos avenida para rato. En cambio, la fabulosa troncal de la Avenida Caracas es uno de los peores descalabros que hemos conocido en cuanto a vías en la capital. Desde sus inicios, esta vía ha estado en permanente mantenimiento por su pésima calidad; la foto lo dice todo, y ese punto (calle 76, sentido sur-norte) es solamente uno de los muchos en similares condiciones.

Tenemos entonces una vía antigua, pero bien hecha y en estado aceptable, y una vía de calidad cuestionable que año tras año le genera costos a la ciudad. En el caso de la primera, fue necesario que llegara un idiota que diera la orden para destruirla. En el caso de la segunda, sólo fue necesario que otro idiota contratara su ejecución, disimulando una descarada obsolescencia programada para verla destruida todo el tiempo, y así garantizar que hubiera más contraticos para su permanente reconstrucción. Sin embargo, la labor de Samuelito fue tan proverbialmente mala, que hoy en día hasta Enriquito parecería honesto (por lo menos desde el punto de vista de muchos de sus fans). Qué mentira tan grande... tan grande como ese bache de la fotografía, gracias al cual uno la pasa tan bien como pasajero del maravilloso sistema de transporte en el que nos metió ese señor, con la promesa absurda de que su altísimo costo estaría justificado por la eficiencia, rapidez, comodidad y... pura mierda, como buena promesa de político.


La Avenida El Dorado pasó a la historia para convertirse en otra troncal al servicio del desastre de Transmilenio, el cual a su paso sólo deja gente inconforme que es tratada peor que ganado rumbo al matadero, y mientras eso pasaba él sólo sonreía, como siempre, con esa actitud de niño bien que le caracteriza, y pensando que cualquiera que cogiera la alcaldía de ahora en adelante, por más incompetente que fuera, no podría ser peor que Samuelito. Vio el ambiente propicio para lanzarse como candidato, ya que en ningún otro puesto le cuajaba el voto, y ¡zas! se lanzó. Rodeado de honestos, pretendió parecer uno de ellos. Se arrimó al partido político de quien fuera su predecesor y sucesor porque sabia que eso le aportaría los votos frescos de miles de ingenuos que creyeron recientemente que se podía inventar una nueva política sin trampas. Pero luego mostró el hambre, y a la hora de las candidaturas se dejó seducir por uno de sus viejos maestros, el señor ex-presidente, aquel que con la misma hambre aspiraba a darnos un oscuro tercer episodio sin lograrlo, y que ahora como premio de consolación pretendía cierto tipo de "alcaldía desde la sombra", para lo cual necesitaba un títere que compartiera su apetito. Enrikin se dejó apoyar entonces de su oscuro maestro, Lord Uribius, y puso a temblar a quienes sospechaban que de esa unión no saldría nada bueno. Bastaba con ver la terrible campaña de propaganda negra, del mismo estilo de la que se usaba año y medio atrás para promover al anterior discípulo del señor oscuro. Había que resistirse a siquiera pensar que el mismo proceder les diera resultado por segunda vez.

Ya saben lo que dicen sobre aquel que muestra el hambre... afortunadamente en este caso se volvió a cumplir, Enrikin mostró el hambre y se quedó sin comer. Si entre las demás opciones la decisión tomada por las mayorías fue o no la correcta, sólo el tiempo lo dirá. Por lo pronto, parece que nos salvamos de los moñitos lobos en los postes, de un segundo imperio del mal cemento, de ver otra troncal caracas en la carrera séptima, o en la avenida Boyacá, o quién sabe en qué otra vía. Nos salvamos de la falsa y arrogante promesa de que sólo él sabía cómo solucionar los problemas en que él mismo nos metió, con el flojo argumento de que él era el indicado porque ya había sido alcalde (hasta donde recuerdo, cuando lo pusimos a despilfarrar el presupuesto que le dejaron sus antecesores ese argumento no le acompañaba, y ganó).

Mejor los dejo con alguien inteligente: mi amiguito Bruno, él sí sabe para qué sirve tanto bolardo.


2 comentarios:

  1. ay mi amor, te tengo que mostrar los de la ciudad de México, creeme... pero bueno, es cierto, pero al menos [malamente] estoy acostumbrada...
    saludos mil

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Mon@, que Dios se lo pague... deje su monedita aquí.