Jodidos, esa es la palabra. Siempre que se piensa en Bogotá, la "apenas" suramericana, se aparece como la más adecuada para describir cómo estamos en general: JODIDOS. Los que tienen el poder hacen fiesta con los dineros de la ciudad cuando se trata de contratar sus fabulosas obras. Dichas obras van de la mano con "geniales ideas" que en realidad sólo aportan al detrimento de la calidad de vida de los ciudadanos, aumentando el estrés del diario vivir. Los muros en todos lados muestran una ciudad capital convertida en un chiquero visual, en un único y desagradable mamarracho por cuenta de la competencia entre bandas de viciosos desocupados que no respetan la propiedad y que se autodenominan artistas urbanos.
Esta sería Bogotá en una cita con el doctor:
—¿Sufre de pobreza, mendicidad y delincuencia en todos los rincones? —Sí, señor...
—¿Siente que eso le pasa porque hay demasiada gente? —Sí, señor...
—¿Será que esas vainas pasan porque hay cierta gente que se beneficia? —Definitivamente sí, señor...
Pero ya basta de retrospectivas y vamos al grano. Hoy el empute nos reúne con mi amigo el puma, no para quedarnos escribiendo sobre los recuerdos, sino para expresar indignación. No por todos los goles que nos han metido en silencio los que mandan, ni por la pared del vecindario que algún hijueputa vino a rayar en la madrugada o con la complicidad pusilánime de algún vecino. Esta vez es por el rumbo que han tomado esos males de los que siempre se echa la culpa en el discurso humanista a la pobreza, a la falta de educación y de oportunidades, y todo ese bla bla bla del que se habla cada vez que alguien de abajo la caga. Por cierto, no deja de causarnos curiosidad cómo se explican entonces las cagadas (en una proporción mucho mayor) de los de arriba: riqueza (codicia, siempre querer más y más), exceso de educación y de oportunidades (el conocer de cerca las triquiñuelas propias de los dueños del poder y del capital)... en fin...
Y es que esa ralea que desde los púlpitos convence a los menos favorecidos de que lo más indicado para congraciarse con el imaginario libretista que todo lo puede es llenarse de hijos, los tiene y nos tiene hundidos con la mierda hasta el cuello, porque con los niveles tan altos de desocupación ya se llegó a un punto en el que muchos dejaron de lado la mendicidad o el "rebusque" y comenzaron a subir la apuesta. Ya se pasó al siguiente nivel y al parecer no hay reversa mientras las autoridades (entiéndase alcaldes y de ahí para arriba) no se ajusten los pantalones y comiencen a tomar decisiones firmes que protejan a la poca gente decente que queda. Al parecer no quedan muchos caminos para superar esta situación. Ya no estamos hablando de niños pidiendo monedas afuera de los templos, o anticipando prematuramente su entrada al mercado "laboral" al vender chicles en un semáforo.
Estamos frente a un problema más grave que los de las bandas delincuenciales mostradas en los dos videos anteriores. Ya los menores no están cumpliendo solamente el papel de mercancía o de distractor, sino que han pasado a formar parte activa del problema de inseguridad creciente que nos aqueja, conformando sus propias bandas. Hace algunos meses se supo del caso de un par de menores (con edades alrededor de los 8 años) que escogían a víctimas al azar en el transporte público, con el único fin de agredirlas con navaja sin otro móvil aparente (no hubo robo ni amenaza, simplemente lesión personal). Este hecho fue visto por muchos como algún tipo de práctica o entrenamiento. Los pusilánimes del discurso humanista se rasgan las vestiduras cubriendo a los pequeños hampones con el manto de su complacencia mientras gritan sus letanías acerca de la educación y la rehabilitación de los menores, bla bla bla..., pero al parecer lo único que están haciendo las instituciones creadas con tales fines es servirles como punto de reunión con los que ya van en el siguiente nivel, en una cadena interminable de "especialización" en el "oficio" de optar por la vía fácil, jodiendo y despojando de toda pertenencia a los que trabajamos para subsistir, sin importar si en el proceso hay que poner en juego la integridad o incluso la vida del "cliente". Si alguien se niega a creerlo o vive en una burbuja creyendo que no pasa nada, que vea lo siguiente:
En síntesis, esa frase de cajón a la que se recurre siempre que sale a la luz alguna vaina de estas, eso de que "ya tocamos fondo", nunca será cierta. Y no porque pretendamos ser optimistas y decir que estamos en el cielo, sino porque en este país de mierda siempre habrá algunos dispuestos a que la indignación ciudadana por la última acción escandalosa pueda ser opacada por otra aún peor.
El remate de esta nota es un llamado a que piensen si al ver cosas como esta última, no tenemos algo de razón los que preferimos las acciones radicales ante ratas como las vistas en estos videos: castración para que no pueda repetirse la historia, es una de ellas. Amputación de miembros y marcación en la frente para que todo el mundo sepa con qué clase de ralea se está metiendo, es otra. Y por favor, ya no más con ese cuentico barato de la "defensa de la vida", que por no permitir o forzar la planificación (y por qué no, el aborto) por parte de estos crápulas, es que cada vez más nos están invadiendo y acabando de arruinar la precaria calidad de vida que nuestros ilustres gobernantes ya se han encargado de reducir.
Buenas noches.
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